Las batallas por la vida

Por Oswaldo Osorio

Una película más sobre el cáncer como resorte de un drama familiar. Pero esta es muy diferente, que es lo importante. El posible melodrama lacrimoso que le resulta tan afín a esta situación, es trocado aquí por un sutil y emotivo relato en el que, incluso desde la primera escena, adelantan algo sobre el desenlace, para que el espectador no se preocupe tanto de las consecuencias de la enfermedad, sino más bien de la forma como es afrontada, de la guerra que se libra contra ella.

Todo el filme respira claridad y honestidad en el drama íntimo que nos cuenta, esto a razón de la cercanía de los realizadores con la historia narrada. La directora y su coguionista, Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm (quienes también la protagonizan), escribieron esta historia de una pareja, Romeo y Julieta, que tienen un bebé al que se le diagnostica un tumor cerebral. El talante autobiográfico y su presencia en la dirección, guión y actuación es, sin duda, la clave de la fuerza y espontaneidad que definen a esta película.

Declaración de guerra (La guerre est déclarée) esencialmente es un relato sobre la familia y la esperanza. También sobre el amor, como lo sugiere el nombre de los protagonistas, pero un amor que trasciende el simple plano conyugal y funge como la estructura de un sentimiento aun más importante, como el medio para un fin mayor, que bien podría ser la felicidad y la vida misma.

Es por eso que más que un drama médico en sí, el relato se centra en la pareja de jóvenes esposos y su relación en medio del duro trance: su desesperación y al mismo tiempo la esperanza mutua, el amor, la solidaridad con los sentimientos del otro en sus momentos de vulnerabilidad, su compromiso de ser un recíproco soporte para evitar quebrarse, incluso el sentido del humor, todas esas son las armas que emplean Romeo y Julieta batalla tras batalla.

En torno a ellos hay todo un aparataje institucional y afectivo que les hace más llevadera esta guerra, desde los médicos y el sistema de salud, hasta los amigos y la familia, todo ello se dispone para la nueva condición de esta pareja y su hijo. El turno de ir al trabajo se confunde con el turno de ir al hospital, pues asumen como cotidiana la situación, esa es su lucha, no abandonarse al abatimiento y sostener la vida hasta que triunfe la vida.

Y todo esto está desarrollado a partir de un relato sencillo y una trama simple pero contundente, que sabe dosificar el drama y la tensión, sin amarillismos ni golpes de efecto, como suele suceder con el tratamiento de este tema. Así mismo, la espontaneidad en la puesta en escena nos recuerda los mejores momentos del cine galo, como en la Nueva Ola Francesa, donde historias simples eran contadas con emotividad, y esa combinación sigue siendo la mejor forma de llegarle al espectador de forma directa y honesta.

Publicado el 6 de enero de 2013 en el periódico El Colombiano de Medellín.

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