La joven con sed de venganza

Por Oswaldo Osorio

Es una lástima que el western haya caído en desuso, porque es un género cinematográfico con gran potencial para explotar en lo visual, lo argumental y en las reflexiones sobre la condición humana, pues está creado a partir de unas situaciones, un tiempo y un espacio que son extremos. Solo de vez en cuando es resucitado por directores que le reconocen estas cualidades. Y si esos directores son figuras del talento del los hermanos Coen, el género sin duda brillará como en su época de oro.

Siempre uno de los temas capitales de este género ha sido la venganza. Aunque aquí está disfrazada de justicia, pues en principio se muestra un atípico lejano oeste que intenta ser civilizado y legalista, con juicios, abogados y comisarios caza recompensas. No obstante, en el fondo termina imponiéndose la lógica de ese universo hostil, es decir, la ley del revólver y el instinto de supervivencia.

Como su celebrada Sin lugar para los débiles (2007), que tiene elementos del western, esta película también es una prolongada persecución, lo cual le da al relato una dirección muy simple pero, por lo mismo, con una fuerza básica que monta al espectador en una permanente expectativa. Y por lo mismo, se trata de una road movie, en la que la construcción de los personajes y la relación entre ellos van evolucionando junto con el paisaje. Por tal motivo, la constante transformación en el aspecto visual y emocional es lo que marca el ritmo y los giros de esta historia.

De ahí que, aunque en apariencia es un elemental relato de persecución y venganza, lo cierto es que, de fondo, está el singular trío de perseguidores, compuesto por una joven de catorce años y dos caza recompensas. Son estos personajes quienes le dan ese trasfondo de cinismo, humanismo y reflexión moral que siempre está presente en el cine de los Coen, que en este caso tiene que ver con la relación entre el valor de la vida y el sentido de justicia (y la capacidad para imponerla) en un mundo en el que los parámetros morales y de civilidad apenas están difusamente dibujados.

De otro lado, además de la persecución, que es el elemento que sostiene la atención con las acciones y con la trasformación del paisaje, el espectador es constantemente estimulado por el contrapunto entre los dos protagonistas principales y sus características opuestas: el viejo Sheriff Rooster es alcohólico, pragmático y amargado, mientras la joven es inexperta, entusiasta e idealista.

En especial este último personaje es el que resulta más vistoso en esta historia. Tal vez molesta un poco su sobresaliente precocidad, pero en el cine de los Coen sus personajes son siempre estilizados por razones que compensan el artificio. Estas razones podrían ser: el uso de referentes del cine de género, el ingenio en la elaboración de los diálogos y lo que representan estos personajes para su planteamiento, que en este caso es ese “temple de acero” que se necesitaba para sobrevivir en el lejano oeste.

Con ese puñado de obras maestras que los Coen tienen en su filmografía (De paseo a la muerte, Barton Fink, Fargo, ¿Dónde estás hermano?), tal vez esta no sea su mejor película, pero sin duda está hecha de esa materia prima que define su estilo y su talento, esto es, el juego con los géneros cinematográficos, la creación de personajes estilizados e inolvidables, la visualidad de un cine que no puede ser contado y la lucidez para retratar y comentar (con tanta crueldad, como humor y cinismo) las virtudes y miserias de la condición humana.

Publicado el 20 de febrero de 2011 en el periódico El Colombiano de Medellín.

FICHA TÉCNICA
Título original: True grit
Guion y dirección: Joel Coen, Ethan Coen.
Producción: Steven Spielberg
Fotografía: Roger Deakins
Música: Carter Burwell
Reparto: Hailee Steinfeld, Matt Damon, Jeff Bridges, Josh Brolin.
USA – 2010 - 110 min.

TRAILER

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