La Televisión como un campo de batalla

Por Oswaldo Osorio

altDifícilmente alguien pensaría que una entrevista es una buena historia para hacer un filme. Sin embargo, así lo creyó un director de Hollywood, tal vez el más inesperado de todos, Ron Howard, el mismo que acaba de adaptar los best sellers de Dan Brown (El código Da Vinci, Ángeles y demonios) y el mismo que hace parte de la élite taquillera y “oscarizada” de la Meca del cine con películas como Un horizonte lejano, Apollo 13 o Una mente brillante.

Cuando un estudiante universitario (por poner un ejemplo reciente que conocí) cree que la Segunda Guerra Mundial la ganaron los alemanes y que terminó en 1955, la palabra Watergate o el nombre de Richard Nixon nada le dicen. Incluso en Estados Unidos los jóvenes reconocen más fácil al payaso de McDonalds que la foto de uno de sus presidentes. Y menciono esto porque la historia de esta cinta (una entrevista) y su tema (Nixon y su dimisión), podría verse como un material demasiado árido y codificado, además sin posibilidades dramáticas y narrativas, un material con el que nadie de Hollywood vería posibilidades.

Sin embargo, desde el principio esta película nos sorprende con su capacidad para convertir una entrevista en una especie de contienda, con todos sus componentes: armas secretas, estrategias, reglas de juego, equipos de combate, tensión permanente y una estructura del enfrentamiento que pasa por distintas etapas hacia un crecendo que choca fuerte en un clímax tan dramático como si de un asunto de vida o muerte se tratara.

Esta aridez y densidad son transformadas por el director de Hollywood en una envolvente historia cargada de suspenso y tensión, pero además, complementada por una serie de elementos que dimensionan dicha confrontación. El más importante de ellos es la construcción de personajes. Howard, con economía de gestos, sabe hacer un dibujo de estos hombres más allá del ex presidente sagaz y el presentador banal. El mezquino interés por el dinero, usar zapatos sin cordones, su relación con quienes los rodean o su actitud corporal, todo eso dice algo de ellos, ahonda en su personalidad y necesariamente dimensiona así la historia y la contienda entre ambos.

También es inteligente la forma en que usa el formato de la entrevista como un recurso en sí para su narración. Los mismos personajes, a manera de documental, opinan sobre lo ocurrido en aquella célebre entrevista de 1977. Esto resulta tremendamente eficaz para contextualizar y comentar lo sucedido, pues de otra forma sería muy difícil dar cuenta de la complejidad del asunto y todas sus implicaciones políticas, históricas y personales. Porque más que tratarse de una entrevista, lo que estaba en juego era la integridad del sistema en relación con la ética y la verdad.

Aunque cuando Nixon dimitió, en 1974, Ron Howard apenas tenía 20 años y protagonizaba la primera temporada de la célebre serie televisiva Días felices, al parecer fue uno de los millones de norteamericanos que se sintió traicionado por su presidente. La poca simpatía con que lo trata en esta película parece demostrarlo, así como hacer del momento en que éste al fin se quiebra el punto de mayor intensidad del relato, con el subsiguiente parte de victoria de sus oponentes (con todo champaña).

En contrapartida, se evidencia, si no la simpatía, al menos una mirada generosa hacia David Frost. Y este contraste entre sus dos personajes también contribuye a reforzar ese permanente contrapunto sobre el que cabalga este relato. Porque es una película sobre una entrevista, pero la forma en que la plantea Howard y las implicaciones que nos deja adivinar (como la arrogancia y la corrupción del poder o el papel decisivo que ya había tomado la televisión en la política), la hacen una cinta sólida, envolvente y con una inesperada fuerza dramática y narrativa.

Publicado el 24 de abril de 2009 en el periódico El Mundo de Medellín.

FICHA TÉCNICA

Dirección: Ron Howard
Guión: Peter Morgan; basado en su obra.
Producción: Tim Bevan, Eric Fellner, Brian Grazer y Ron Howard.
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Salvatore Totino
Reparto: Frank Langella, Michael Sheen, Kevin Bacon, Sam Rockwell, Oliver Platt, Rebecca Hall, Matthew Macfadyen, Toby Jones.
USA, Reino Unido – 2008 - 122 min. 

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