Culebrón histórico

Por Oswaldo Osorio

ImageLas coordenadas por las que se podía mover esta película eran amplias y llenas de posibilidades dramáticas y narrativas: la historia de República Dominicana en uno de sus momentos más cruciales, la biografía de un célebre tirano, los juegos de poder y la política, la repercusión de todo esto en el país y en los individuos, en fin, una materia prima que no sólo provenía de la historia de una nación sino que además estaba moldeada por la celebrada novela de Mario Vargas Llosa. Sin embargo, todo este material y sus posibilidades fueron desaprovechados y malgastados en una película que puede ser un buen ejemplo de todo lo que no debe ser el buen cine.

La película da cuenta del periodo final de la dictadura de Leonidas Trujillo, quien gobernó durante treinta años a República Dominicana, haciendo de ésta una de las dictaduras más violentas y represivas de la historia latinoamericana. El relato es contado desde la perspectiva de Urania, la hija de un político del régimen, quien luego de treinta años vuelve al país cargada de rencores por lo que le hizo el tirano a ella y a su país, pero además, con un gran resentimiento contra su padre por ser cómplice de todos esos crímenes e injusticias.

En ese punto de vista que elige el director Luis Llosa para contar su historia está la primera de muchas torpezas en la construcción cinematográfica del relato. El personaje interpretado por la gran Isabella Rossellini es el comodín que le permite al director declamar todas esas cosas que fue incapaz de contar con imágenes y acciones. Este personaje habla para sí con el fin de darle una información al espectador que con los recursos del cine se podía dar con mayor riqueza y sutileza. Parece esto justamente como cuando los personajes de las telenovelas, con sus pensamientos, les cuentan a los espectadores lo que sienten y lo que van a hacer.

Ese lenguaje más televisivo y aún anclado al texto literario, se prolonga con la episódica sucesión de escenas sin sentido del ritmo y la dramaturgia. Toda la película es una colección de episodios, que de forma elemental y maniquea, quieren evidenciar una y otra vez la oscura conducta del tirano y su régimen. Incluso en procura de esto es capaz de mirar con simpatía a aquellos que urdieron el complot para asesinarlo, muy a pesar de que durante años hicieron parte de la misma máquina asesina de ese gobierno militar y represivo.

Como todas las películas que hablan de momentos históricos, aquí se apela al recurso de contar en paralelo lo que sucede con el contexto general del país y lo que ocurre con unos personajes particulares frente a ese contexto. Específicamente se hace un seguimiento de Urania y su padre, así como de las perversiones y el apetito sexual del tirano, con lo que desde muy temprano se intuye cuál será la conexión entre el gran contexto y estos personajes. Y es precisamente ahí donde está la mayor torpeza del filme, cuando el tirano y Urania, con apenas catorce años, se encuentran para celebrar lo que bien se puede ver como un sacrificio humano, como una cruel violación en la que el director se regodeó, durante aproximadamente quince minutos, sin tener sentido de la existencia de la elipsis y la sutileza. Un golpe bajo para violentar al espectador y sacarlo del tedio en el que lo tenía luego de hora y media de cine televisivo.

Esa falta de conexión de Luis Llosa con el material que abordó se podía intuir luego de darle una mirada a su filmografía en Hollywood. Películas huecas y efectistas que no podían darle el oficio para llevar a buen término la novela de su primo. Por eso, como todo director moldeado por la mayor industria de cine del mundo, aquí hace un filme de perfecta factura técnica, pero sin el criterio para abordar este tipo de tema y personajes, sin la habilidad para encontrar el tono que esta clase de historias exigen y sin la sensibilidad para hablar de la maldad y la crueldad a partir de la idea o la imagen sugerida y no de la vulgaridad explícita y el efectismo que ha aplicado a sus películas de acción.

Publicado el 2 de Mayo de 2008 en el periódico El Mundo de Medellín.

FICHA TÉCNICA

Dirección: Luis Llosa
Guión: Luis Llosa, Augusto Cabada y Zachary Sklar; basado en la novela "La fiesta del chivo" de Marios Vargas Llosa.
Producción: Andrés Vicente Gómez.
Música: Stephen Warbeck
Fotografía: Javier Salmones
Interpretación: Tomas Milian, Isabella Rossellini, Paul Freeman, Juan Diego Botto, Stephanie Leonidas.
España, Reino Unido - 2006 132 min.

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