Vieja pero no obsoleta

Oswaldo Osorio

Terminator es una de las mejores y más completas sagas de la historia del cine: Definió (junto con Rambo y Duro de matar) los parámetros del cine de acción hace treinta años, también es un relato de ciencia ficción, desarrolla una historia de viajes en el tiempo, explota el complejo tema del hombre contra la máquina y adicionalmente reflexiona sobre él, estuvo a la vanguardia de los efectos especiales, ya tiene cinco entregas y una serie televisiva (The Sarah Connor Chronicles, 2008), es una saga de culto y un ícono de la cultura popular.

Terminator (1984) y Terminator 2: El juicio final (1991), ambas escritas y dirigidas por James Cameron, siguen siendo las mejor valoradas y  fueron muy influyentes para el cine de su tiempo. Incluso Terminator 2 es una de esas raras ocasiones en que una segunda parte supera a la primera. Y esto no solo es porque con ella Cameron empezó a demostrar lo importante que sería su aporte para la industria del cine, sobre todo en el área de los efectos especiales, sino por las antológicas secuencias de acción que consiguió, las cuales tienen un peso equivalente a la construcción de una historia y unos personajes sólidos y complejos.

La presencia de Arnold Schwarzenegger es un componente importante de su éxito y del carisma del personaje del exterminador, a tal punto que ha funcionado tanto como héroe y como villano. Solo en Terminator: La salvation (McGg, 2009) aparece apenas en una escena (debido a que por esta época eras el gobernador de California), pero en las demás es el centro del relato, en especial cuando se le quiere conferir alguna esencia humana, lo cual sucede en Terminator 2, en la que un John Connor adolescente trata de hacerle entender ciertos atributos del espíritu humano; o en Terminator: Genesis (Alan Taylor, 2015), cuando literalmente asume el papel de un padre, un padre viejo (pero no obsoleto), con canas y protector, por supuesto.

Esta última entrega es al mismo tiempo una precuela, porque ubica su trama antes de lo sucedido en la primera película; una secuela, pues le da continuidad a la línea argumental que ha construido la saga; pero también un reboot, en la medida en que propone un reinicio de la historia. Para hacer esto plantea un argumento que, sin forzar la lógica definida por el universo de la saga, reúne a los cuatro principales personajes de la franquicia. Además, aprovecha de manera ingeniosa los juegos y paradojas de los viajes temporales, y también actualiza el sentido de la confrontación entre hombre y máquina, en cuanto ya el riesgo tiene que ver con la dependencia a la conectividad a través de la tecnología que adquieren las personas del mundo contemporáneo. 

Es cierto que la saga ha tenido sus bemoles, como Terminator 3: La rebelión de las máquinas (Jonathan Mostow, 2003), por unanimidad la menos apreciada de todas; así como la cuarta entrega, que tiene tantos defensores como detractores, pero el caso es que se trata de uno de los grandes relatos del cine de todos los tiempos y de la cultura popular actual, iniciada además por un visionario de la industria y, por eso, seguramente con más vidas que un T-1000.

Publicado el 5 de julio de 2015 en el periódico El Colombiano de Medellín.  

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