Hechos colombianos para ojos y oídos de las Américas

Hechos colombianos para ojos y oídos de las Américas, de MORA FORERO, Cira Inés y CARRILLO, Adriana María. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2003. 123 p.

Por: Oswaldo Osorio

Arturo Acevedo Vallarino, junto con sus dos hijos, Álvaro y Gonzalo, fundaron una empresa productora en 1920. Con esto no sólo se convirtieron en pioneros del cine colombiano, sino que dieron inicio a un proyecto que duraría 35 años. Por largos periodos, su cine -conformado principalmente por noticieros y películas institucionales-, fue el único cine que se hizo en Colombia. La relevancia en la cinematografía nacional que tiene esta familia, y su extensa obra, ya es razón suficiente para valorar un libro que se ocupe del tema; además, es un texto que hace un minucioso análisis documental de estas películas y es escrito con rigor y claridad, como es el caso que nos ocupa, ese valor resulta aún mayor para la historiografía de cine del país.

El libro fue editado por el Ministerio de Cultura como producto de la convocatoria a los Premios Nacionales en su modalidad de ensayo sobre cine (2002). En sus páginas las autoras rescatan la importancia de la familia Acevedo en la historia de la producción del cine colombiano. Siendo consecuentes con su formación de historiadoras, su verdadero interés se centra propiamente en valorar el archivo fílmico que sobrevive, como una legítima fuente histórica que, sin embargo, no ha sido tenida en cuenta por los historiadores, incluso por los del cine.

Los archivos mismos que se conservan de los Acevedo son la fuente principal para el desarrollo del libro, claramente dividido en dos partes. La primera es un texto que describe, contextualiza y reflexiona sobre la obra fílmica de la familia Acevedo dentro del amplio marco de la sociedad colombiana y la cinematografía nacional. Esta parte es presentada en tres capítulos, empezando con un repaso de la vida y obra de dicha familia, pasando por un recorrido por la historia del cine colombiano y una mirada crítica a la bibliografía que se ha ocupado de esa historia; aplicando el mismo discurso y metodología, el segundo y tercer capítulo, son dedicados a las realizaciones de la etapa silente y sonora, respectivamente.

Un importante aporte de este libro radica en el rigor con que se examinan los noticieros: las autoras los contextualizan y relacionan con la situación económica, política, social y cinematográfica del país. Es allí donde se evidencia su acertada labor interpretativa y, al mismo tiempo, podría decirse que plantean un método para la investigación, cinematográfica o de cualquier otra índole, partiendo de archivos fílmicos. En estos tres capítulos queda claro el papel que jugó el cine de los Acevedo en el devenir del país y su posición ante lo que registraban. En forma lúcida expone ese papel y sus contradicciones: “…consignaron las imágenes de un país convulsionado, pero que sufría positivas transformaciones cuando era registrado por sus cámaras. Esta disparidad entre el país real y el país retórico, es huella involuntaria del espíritu de la época…” (75)

La segunda parte del libro, aunque aparece como un anexo, resulta tanto o más relevante que las anteriores reflexiones. Se trata del análisis documental del archivo de los Acevedo, ofreciendo una minuciosa descripción y concienzudo análisis del grueso de su obra: los noticieros que realizaron durante 35 años hasta el año de 1955 cuando dejaron de producir. Se trata de un completo cuadro que contiene el número de cada cassete, pietaje (marca y medición de tiempos), sinopsis, personajes cuando es del caso, equipo técnico, observaciones, año y duración. Una valiosa información para futuros investigadores, con lo cual estas dos historiadoras enfatizan su interés en fomentar la todavía inexplorada opción de concebir el cine como fuente de la historia.

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