Almodóvar y los Demás

Por Oswaldo Osorio

El cine español siempre ha sido reconfortante en el Festival de Cartagena. Generalmente las películas de este país que participan son de calidad y, lo mejor de todo, son las que más fácilmente llegan a nuestros circuitos de distribución, porque, bien que mal, y aunque no con la eficacia que se quisiera, este evento sigue siendo una buena vitrina para el cine iberoamericano.

Cuatro fueron los títulos españoles que más llamaron la atención y que, no por casualidad, más gustaron al público asistente: Carne Trémula, del siempre esperado Pedro Almodóvar; Abre tus Ojos, del niño genio, aunque un poco sobrevalorado, Alejandro Amenábar; la frenética Air Bag, del no menos frenético Juanma Bajo Ulloa; y por último, Secretos del Corazón, de Montxo Armendáriz, coronada por el aura propia de una película que ha sido nominada al Oscar.

La seriedad de Almodóvar

Sin duda alguna la más atractiva de estas cuatro películas es Carne Trémula, por todo lo que significa el nombre de Pedro Almodóvar, no sólo para el cine ibérico sino también mundial. Claro que el Almodóvar de esta película es un poco extraño, pues se trata de una obra que está despojada de las la imaginería y las extravagancias de sus personajes y argumentos que lo hicieran célebre y que aplicó eficaz y sistemáticamente en sus nueve primeros trabajos.

Pero es precisamente en esta cifra donde hay parte de la explicación de este brusco cambio, pues Carne Trémula no es su décima película, antes había realizado La Flor de mi Secreto, un cinta que, después de la abigarrada Kika, fue el punto de transición del cine de este ya célebre manchego. La Flor de mi Secreto es una película que cuenta la historia de una mujer al borde del suicidio, y con la cual Almodóvar comienza a hacer un cine que podríamos definir como más “serio”.  Infortunadamente, esta cinta nunca llegó a nuestras salas, por eso se nos hace muy extraño ver al sobrio y grave Pedro Almodóvar de Carne Trémula, quien por primera vez parte de un texto que no es de su autoría (está basado en una novela de Ruth Rendell), pero que, sinembargo, logra contar la historia utilizando su tono y estilo propios, que siguen siendo todavía reconocibles.

Este tono y estilo no son otros que tramas paralelas llenas de encuentros y coincidencias, pobladas no por uno, sino por varios personajes principales, cuál de todos más trágico y atribulado. Un tono y un estilo que se deciden por el círculo como la figura que rige tanto la narración de este sólido drama de sentimientos, como la propia vida de sus protagonistas. Como novedad, está también el hecho de que las mujeres de Almodóvar tienen un leve respiro, pues en este filme, son los hombres quienes sostienen todo el peso dramático de los acontecimientos.

Por todo esto, parece que estamos siendo testigos del nacimiento de un nuevo Almodóvar que está dispuesto a la evolución y al cambio. Algunas voces se alzan diciendo que esta es su mejor película, aunque seguramente, muchos añorarán esas comedias locas, coloridas y vertiginosas que lo hicieron famoso y que crearon un género y un adjetivo: el cine almodovariano. Pero es poco probable que don Pedro dé vuelta atrás, y sus antiguos fieles se tendrán que conformar con lo que hagan sus numerosos seguidores. No va a ser lo mismo, por supuesto, pero si se piensa bien ¿Quién quisiera siempre de lo mismo?

Amenábar, Bajo y Armendáriz

Aunque no estaba anunciada oficialmente, el público de Cartagena tuvo la oportunidad de ver Abre tus Ojos, del joven director Alejandro Amenábar, el mismo que deslumbró tanto a la crítica como al público mundial con su opera prima Tesis. En este último trabajo Amenábar dio cuenta, no sólo del gran respaldo económico que adquirió, sino también de que, a pesar de su poca experiencia, es un director con oficio que maneja el cine como lenguaje y como discurso.

Por eso en este filme, en lo que a lenguaje se refiere, su labor es impecable: buenas imágenes, buen ritmo, buen montaje y todo eso que cualquier alumno aplicado de una escuela de cine sabe; pero en cuanto al discurso, es sabido que no es suficiente conocerlo y reproducirlo, porque se puede caer en la repetición de un esquema ya conocido, y esto fue, justamente, lo que le ocurrió a Amenábar con esta película. Y es que cinéfilos y estudiosos del discurso cinematográfico, en sus distintos géneros, hay muchos, lo difícil es aplicar este conocimiento para crear obras inéditas y originales, y es ahí donde está el reto para guionistas y directores, un reto que en esta ocasión (incluso en la anterior) no pudo bien superar este “niño genio”.

Aunque, por otra parte, más genio perece ser, gracias a su chispa y originalidad, el también joven director Juanma Bajo Ulloa, quien estuvo en Cartagena presentando su última película: Air Bag, una trepidante comedia de acción llena de extravagancias, genialidades y malabarismos. Es de una de esas películas en que la trama no importa mucho: se trata de un trío de idiotas que recorre media España en busca de un valioso anillo que perdieron en un burdel.

Cualquiera puede darse cuenta que con un argumento así todo es posible, y en esta película de Bajo Ulloa lo fue: persecuciones, tiroteos, parodia, fantasía, humor, droga, sexo, rock and roll y, en fin, de todo lo que una mente hiperactiva y centelleante como la de su director puede imaginar. Pero es justamente ahí donde radicó el gran problema de esta película: pasaron tantas cosas que, en definitiva, no pasó nada. Sus noventa minutos de duración fueron los más divertidos y electrizantes de todo el festival, pero después, de ella no nos quedó nada, si acaso el recuerdo de que alguna vez la vimos.

Por último, está Secretos del Corazón, dirigida por el veterano Montxo Armendáriz y nominada al Oscar como mejor película extranjera, hecho que de por sí la hacía ya sospechosa. Y efectivamente, lo que encontramos tras ella fue una de esas historias “oscarizables”, de las que gustan y enternecen a todo mundo por igual. Aunque no quiero decir con esto que la película  no tiene sus cualidades, todo lo contrario, la historia de Javi y la delicada y precisa recreación que se hace del mundo a través de sus ojos, deja en general un buen sabor; pero mirándola en perspectiva, es el lugar común en que se convierte lo que no termina de gustar de ella.

De acuerdo con esto, entonces, ni Amenábar, ni Bajo Ulloa y menos Armendáriz, le dieron la talla a Pedro Almodóvar, quien, a pesar de los cambios radicales que ha hecho en su cine, parece ser que, como dice una de esas rancheras que tanto le gustan, sigue siendo el rey, el indiscutible rey del cine español.

RECIBA EN SU CORREO LA CRÍTICA DE LA SEMANA