La vida de un pan

Por Oswaldo Osorio

Cuando el cine no se ocupa de grandes temas, es cuando más posibilidades tiene de ahondar en la naturaleza humana. Las historias más simples y que dan cuenta de la cotidianidad o de los problemas comunes de sus personajes, pueden atrapar de igual forma el interés del espectador, pero incluso de una manera más reflexiva. En esta película ocurre justo eso, pues se trata simplemente de la vida de un joven que se encuentra en un momento de su vida en que tiene que tomar decisiones fundamentes, y son esas decisiones las que conforman la esencia de esta encantadora cinta española.

Atrapado en la portería de un edificio de apartamentos, atrapado en el cuidado de su padre y en una vida que no le permite avanzar, ni profesional ni personalmente, Jorge asume su existencia con una entereza y una nobleza que casi lo hacen parecer tonto o pusilánime. Pero en realidad su aparente naturaleza blanda (por eso su amigo, refiriéndose a esto, dice de él que es un pan) es sólo para comprender a los demás, incluso para echarse encima las cargas de otros. Durante todo el metraje el espectador sigue a Jorge en su vida llena de reveses y dificultades cotidianas, pero que para él se van acumulando como un destino trágico.

Siempre carga consigo el fantasma de lo que quiere ser y no ha podido, de salirse de ese hueco en el que vive condicionado por la precariedad económica y conseguir un trabajo en el oficio en el que, con mucho esfuerzo, se graduó. También está el fantasma de un viejo  amor que, por una suerte de resentimiento social que ha tenido desde siempre, no alcanza a darse plenamente. Es decir, ni el dinero ni el amor se le dan bien. Hasta que llega su hermano, quien se encuentra preso, y le pide un favor que está más allá de sus principio morales. En adelante la vida de Jorge se vuelve aún más confusa, con su novia, con la imposibilidad de conseguir trabajo luego de tantas y tan humillantes entrevistas, y hasta con su amigo, Israel, que anda igual de confundido, pero en su caso por sus preferencias sexuales y la relación con su padre.

Aquí habría que abrir un gran paréntesis, porque en principio la vida de Israel y sus problemas parecen una historia paralela a la de Jorge, que si se le quita no cambia  mucho la película. Podría decirse que para el personaje de Jorge y la historia de la película sólo es importante esta subtrama por tener la figura del amigo del protagonista, a partir de cual se puede saber lo que éste piensa y siente, además de su carácter y la forma en que concibe la vida. Por lo demás, todo ese asunto del padre de Israel y los dilemas de éste sobre su identidad sexual se antojan más como la contraparte divertida y relajante de la historia, ni más ni menos, con lo acertado o gratuito que ello puede ser.

Pero volviendo a Jorge, el título de la película bien puede concentrar lo que lo condiciona y lo define. Aunque nunca se dice explícitamente, el título hace referencia al color de un traje que Jorge quiere tener. Un traje que nadie quiere, pero que para él bien puede significar la posibilidad de conseguir ese trabajo que le es esquivo, o la dignidad que sus penurias económicas le niega. Pero lo más significativo es la forma en que lo obtiene, no comprándolo con el esfuerzo de mucho trabajo, sino arrebatándoselo a la vida. Tomando una decisión firme, como las que siempre toma, a pesar de que por su naturaleza de “pan” lo creamos incapaz de tales cosas.

Además, ese color tan indefinido, el del traje y el del título, también parece hacer referencia a un estado de ánimo, al permanente panorama de su vida. Porque para Jorge las cosas en lugar de mejorar tienden a empeorar. Lo único que lo puede salvar es su naturaleza humilde y bondadosa, así como su firme determinación hacia las cosas que quiere. Es posible que no obtenga todo lo sueña, pero sin duda su carácter moldeará su destino y tal vez así la vida deje de arrinconarlo tanto. Con el inesperado desenlace que tiene ese oscuro favor que le pidió su hermano, al menos parece vislumbrarse un esperanza.

Publicado el 26 de Septiembre de 2008 en el periódico El Mundo de Medellín.

FICHA TÉCNICA


Dirección y guión: Daniel Sánchez Arévalo.
producción ejecutiva: José Antonio Félez.
Música:
Pascal Gaigne.
Fotografía:
Juan Carlos Gómez.
Reparto:
Quim Gutiérrez, Marta Etura, Raúl Arévalo, Antonio de la Torre, Héctor Colomé, Eva Pallarés.
España – 2006 - 105 min.

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