Los límites de la imagen

Por Oswaldo Osorio

ImageNuestra cartelera de cine ciertamente es sensacionalista. Que una película gane el máximo galardón del cine mundial, la Palma de Oro del Festival de Cannes, no es condición suficiente para que llegue a los circuitos de exhibición del país. Esto es posible si, además del premio, es un filme rumano sobe el aborto y tratado de forma dura y casi descarnada. Podría decirse, entonces, que una película con un tema polémico, así como su tratamiento y perteneciente a una cinematografía exótica para nuestro medio, tiene más posibilidades de ser traída, como efectivamente ocurrió con ésta.

Esta introducción es más por el resentimiento con que, inevitablemente, se debe ver la caprichosa distribución de cine en Colombia, que por la falta de virtudes de la película  de Cristian Mungiu. Porque se trata sin duda de una cinta con una propuesta importante, sobre todo por la forma como plantea su tema y por lo que dice del contexto en que se desarrolla su historia. Aunque de hecho, no es una película fácil, incluso se puede antojar tediosa hasta para los espectadores cinéfilos. Seguramente el boca a boca, la más eficaz de la formas de promoción de un filme, no la beneficiará mucho. 

La película es la historia de un día en la vida de dos jóvenes estudiantes, una de las cuales se practicará un aborto. Pero aunque la historia se refiere a este tiempo reducido (también sólo a unos cuantos espacios) y al único trámite del aborto, sus connotaciones y alcances van mucho más lejos y resultan más complejos, puesto que en ella hay desde la crítica implacable a la falta de libertades y al celo temeroso de las personas en la Rumania socialista de finales de los años ochenta, hasta el drama y los conflictos morales y emocionales de las protagonistas, en especial de, paradójicamente, la joven que ayuda a su amiga en aquel difícil trance.

Lo más notable del filme es su realismo y la forma directa con que da cuenta de la narración y el tratamiento del tema. Esto lo consigue con una puesta en escena simple y sin afeites, una cámara que simplemente observa y sigue la acción, y un manejo del tiempo que tiene más que ver con el ritmo de la vida que con el del cine mismo. De esta forma consigue trasmitir la gravedad y el dramatismo de la situación de sus personajes, logra llevarnos hasta su interior y dar cuenta de sus emociones. En este sentido resulta tremendamente elocuente e inteligente la escena del cumpleaños, donde la cámara sólo mira a la joven, mientras ésta se encuentra en medio de una fiesta y en la que hay un estado de ánimo que contrastan con la fuerte situación que acaba de vivir. 

Pero una cosa es cómo plantea su puesta en escena, registro fotográfico y ritmo el director, que sería el tratamiento cinematográfico del filme, y otra muy distinta es cómo plantea el tema del aborto y el drama de estas jóvenes para llevarlo a cabo en medio de un contexto represivo. Este otro tratamiento tiene que ver ya con la ética de la imagen, con el eterno dilema de los límites a los que puede llegar el cine al mostrar y contar una historia, en especial cuando se trata de este tipo de temas.

En este sentido sería posible ver en el filme una suerte de, si no sensacionalismo, al menos un morboso regodeo del director en ciertos momentos cruciales, como la negociación del "precio" del aborto, el procedimiento del mismo o la imagen del feto. Dependerá tal vez de cada espectador si todo esto era necesario o no, si pudo ser más sutil o hacer más uso de la elipsis, o si, por el contrario, para ser contundente se hacía ineludible tan duras y explícitas escenas. El caso es que no se trata de una cinta cualquiera, el galardón de Cannes es un referente importante, así como la mirada al sistema de vida de los países ex-socialistas, su polémica temática y el no menos polémico tratamiento que le dio su director.

Publicado el 23 de Mayo de 2008 en el periódico El Mundo de Medellín.

FICHA TÉCNICA

Título original: 4 luni, 3 saptamini si 2 zile
Dirección y guión: Cristian Mungiu.
Producción: Oleg Mutu y Cristian Mungiu.
Fotografía: Oleg Mutu.
Interpretación: Anamaria Marinca, Laura Vasiliu, Vlad Ivanov.
Rumania - 2007 - 113 min.

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